Hace 94 años nacía en esta ciudad Mele Bruniard. Hija de Pedro A. Bruniard y Nélida Barraco Mármol. De esta familia trasplantada de Las Rosas, solo “la Chuña” y ella eran de Reconquista. Casi como un lapsus en el tiempo, Mele transcurre aquí sus primeros 11 años de vida hasta que, después de la muerte de su padre, su madre decide vender todo lo que tenían y trasladarse a Rosario, donde se radican en 1942.
Ella vuelve a Reconquista en varias oportunidades. En cada visita intenta confirmar que su pasado aquí, no había sido un sueño. “Era un país encantado. Todo eso se incorporó a mí” la leo decir en una nota del diario la Capital.
En Rosario, en 2009, durante mi primera clase de grabado de la facultad nos presentaron imágenes de grabadores rosarinos. Allí conocí las obras de Mele Bruniard. Me enamoré de su imaginario y su estética, la sentí muy familiar. Luego entendería el porqué.
Algunos años después, en 2012 nos conocimos en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino. Ese día supe por ella que éramos coterráneas. Desde ese momento, en el que confirmé nuestro lazo, me sentí impulsada a comenzar esta investigación.
Quería saberlo todo. ¿Por qué se había ido?, ¿dónde había vivido?, ¿su casa natal estaría en pie? También me pregunté quiénes habrán sido sus amigos ¿Habría ido a los mismos lugares que yo fui? Busqué pistas en sus obras, en sus escritos, en sus palabras, en relatos de sus amigos y familiares. A nivel local fui a museos, visité diferentes personas, hablé por teléfono con algunas y por correo electrónico con otras. Esta historia de Mele en la ciudad de Reconquista la construimos en red, a partir de testimonios, asociaciones y suposiciones porque, lamentablemente, ella falleció en 2020.
Sin embargo, siento la certeza de que ella estaría muy feliz de que sus obras se muestren hoy aquí.
Esta exposición nos invita a hacer un viaje en el tiempo. A pasear con Mele por una Reconquista joven, de los años 30, en la que las calles no se habían asfaltado aún, en la que las familias hacían picnics en la orilla del arroyo El Rey los fines de semana y recibían a sus parientes en la estación de tren. Nos reencontramos con una Mele niña, lectora de Billiken, que jugaba a las figuritas, hacía competencias de poesía y de dibujo con sus hermanos y amigos del barrio. Que paseaba por la orilla del río junto a su padre, teniendo encuentros fortuitos con fauna local que quedarían guardados para siempre en su memoria.
De todos los lugares que habitó, el patio de su casa fue su tesoro. Allí la familia tenía plantas, flores, árboles de todo tipo entre los que se encontraba su preciada damasca. Ella dirá después que se convertirá en su alter ego. A la sombra de la damasca era donde siempre quería volver. La sombra que no solo le daba seguridad, sino que también albergaba todo su imaginario. Imaginario que será la masa madre de toda su práctica artística.
Su asombrosa producción es el resultado de una sensibilidad poco común. De una artista incansable de la que tenemos mucho por descubrir. Mele dedicó su vida al grabado, pero también al dibujo, a la docencia y a la escritura. Es una figura central dentro de la historia del arte nacional y espero, a partir de hoy, que la incorporemos dentro de las locales. Celebremos su figura y su obra, porque cada estampa evoca un imaginario propio de su ciudad natal, Reconquista.
8 de noviembre de 2024 al 27 de abril de 2025 | Museo Municipal de Arte “Julio Pagano” | Patricio Diez y Obligado | Entrada libre y gratuita